El ciclo europeo ha venido marcado por los datos de confianza. Éstos muestran la heterogeneidad de los países de la región y su compleja evolución. 

A nivel de riesgos, estos permanecen complacientes, pero con perspectiva de próximos aumentos. 

El valor de mercado europeo se muestra ligeramente infravalorado. Esta semana no se han presentado resultados empresariales relevantes. 

En el tercer trimestre, España exhibe una tenacidad económica notoria, con un crecimiento del PIB de 0,3% (Q.Q), impulsado por un aumento del consumo del 1,4%. Este progreso, aunque modesto, contrasta con la desaceleración en la zona euro. Sin embargo, se observa una dualidad en la economía española: robustez en el sector servicios y declives en agricultura, industria e inmobiliario. Alemania, en cambio, se halla ante desafíos económicos de envergadura. El índice IFO experimentó una caída significativa, descendiendo a 86.4 en diciembre. Esta cifra no solo representa el peor registro en un lapso de tres meses, sino que también señala una desaceleración económica más pronunciada de lo que los analistas habían previsto. Este retroceso en el índice IFO es indicativo de una merma en la confianza empresarial, lo cual podría tener repercusiones en las inversiones y el empleo. Estos datos reflejan un escenario económico europeo heterogéneo. Mientras el consumo sostiene a países como España, economías como la alemana muestran signos de ralentización. La evolución futura dependerá de factores externos, incluyendo la política monetaria del BCE y tendencias globales en comercio y turismo. Estos indicadores son cruciales para anticipar la dirección de la economía europea.