El ciclo estadounidense destaca por unos datos prometedores de PMI con un un mercado laboral que continua siendo un pilar de robustez para el país norteamericano.

A nivel de riesgos, se mantiene la ligera tendencia al alza de las volatilidades, pero el mercado aún se encuentra en niveles claramente complacientes.

El mercado estadounidense muestra claros signos de sobrevaloración. Seguimos inmersos en la temporada de resultados empresariales, siendo la gran mayoría positivos respecto a las previsiones.

En la reciente semana económica estadounidense, se han observado tendencias dispares en indicadores clave, evidenciando una complejidad en el sector servicios y la actividad empresarial en conjunto. El índice de servicios ISM ascendió a 53.4 en enero, un salto desde el 50.5 de diciembre, insinuando una expansión aunque modesta frente a proyecciones del mercado. Contrasta esto con cifras oficiales más contundentes, como el incremento en nóminas no agrícolas y el crecimiento del PIB, revelando una disparidad entre fuentes de datos privadas y gubernamentales. Adicionalmente, el Índice Compuesto de Gestión de Compras (PMI) de EE.UU. se situó en 52 en enero, avanzando desde 50.9 en diciembre, según S&P Global. Este aumento, reflejado también en el PMI de Servicios con 52.5, aunque ligeramente inferior a estimaciones previas, se debe parcialmente al sector de servicios financieros, beneficiado por condiciones financieras más laxas y perspectivas de menores tasas de interés. Estos indicadores resaltan una economía de EE.UU. en crecimiento, aunque marcada por incertidumbres y contradicciones entre diferentes conjuntos de datos. Esta divergencia entre indicadores privados y oficiales cuestiona la solidez de la recuperación económica, en un escenario de condiciones financieras en fluctuación y políticas monetarias en constante evolución.